sábado, 4 de febrero de 2017

Librería Reformada en Amazon Kindle

Librería Reformada en Amazon-Kindle
Muchos creyentes han dejado de comprar libros físicos porque el costo es bastante alto, por tal razón, algunos acuden a métodos anti-cristianos para obtenerlos: fotocopiarlos, escanearlos o descargarlos de páginas webs donde los han subido sin el debido permiso de sus autores o editoriales.
Ahora Amazon ha dispuesto una plataforma donde de manera legal se pueden adquirir todos los libros que uno desee, sin pagar mucho dinero. 
Usted puede comprar a precios muy bajos libros para leer digitalmente. Los libros en papel cada vez se venden menos en las naciones industrializadas, y, este parece ser el rumbo que tomará este segmento.
Lastimosamente la mayoría de los libros de teología reformada que se consiguen en Kindle están escritos en inglés. Pero ahora la situación está cambiando. A continuación le presentamos un largo listado de libros reformados que se pueden adquirir en Amazon Kindle en el idioma español a precios muy económicos.
Al dar clic en el enlace de cada libro usted puede ver una descripción completa.

1. El Espíritu Santo: Su persona y su obra. Por Arthur Pink.


2. Dignidad bíblica de la mujer: Su carácter. Por Julio C. Benítez


3. Los dones del Espíritu Santo: Cuáles son, su uso y vigencia. Por Julio C. Benítez


4. La Ley de Dios y el creyente: ¿Tienen alguna relación? Por Arthur Pink


5. Orando conforme a la voluntad de Dios: Las oraciones en la Biblia. Por Julio C. Benítez


6. El castigo eterno: La realidad bíblica del infierno. Por Arthur Pink


7. Jesús nuestro Sumo Pontífice: Un estudio de la carta a los Hebreos. Por Arthur Pink y Julio C. Benítez


8. La sanidad divina: ¿Es escritural? Por Arthur Pink


9. La victoria de la fe perseverante: Un estudio de Hebreos 11. Por Arthur Pink y Julio C. Benítez


10. Seguid la santidad… sin la cual nadie verá al Señor. Por Thomas Brooks y Julio C. Benítez


11. El Día del Señor: Gloria Celebración. Un estudio del domingo como día de reposo. Por Julio C. Benítez


12. El Ministerio profético y el don de la profecía en la Biblia. Por Julio C. Benítez


13. Efesios: Las riquezas de Su gracia. Por Julio C. Benítez


14. Construyendo iglesias bíblicas locales: manual de eclesiología. Por Julio C. Benítez


15. Historia de las iglesias bautistas reformadas. Por Sugel Michelén y Julio C. Benítez


16. Cómo moldear el carácter de nuestro niños. Primera parte. Por Sugel Michelén


17. La Disciplina del amor de Dios: la disciplina de la fe. Por Julio C. Benítez y Arthur Pink


18. El Conflicto Espiritual: ¿Cómo es la guerra espiritual según la Biblia? Por Julio C. Benítez


19. Cómo detectar a los falsos profetas: Un estudio de la carta de Judas. Por Julio C. Benítez


20. Matrimonios bíblicos: Construyendo matrimonios saludables: La indisolubilidad del matrimonio. Por Julio C. Benítez

21. Enfrentando la inmoralidad sexual dentro del matrimonio. Por Julio C. Benítez

22. La gloria Divina de Jesús: Estudio del Evangelio de San Juan. Parte 1. Por Julio C. Benítez

23. Cómo moldear el carácter de nuestro niños. Segunda parte. Por Sugel Michelén


24. La gloria Divina de Jesús: Estudio del Evangelio de San Juan. Parte 2. Por Julio C. Benítez

25. Conflictos matrimoniales: soluciones bíblicas. Por Julio C. Benítez



domingo, 12 de octubre de 2008

Bienvenidos

Apreciados visitantes,

Es un placer saludarles e invitarles para que visiten los artículos y trabajos contenidos en este sitio.

Estoy abordando comentarios y análisis respecto a las marcas o distintivos que debe caracterizar a una iglesia Bíblica. Las Sagradas Escrituras no son ambiguas o relativas en cuestiones doctrinales. Ellas nos dan principios claros para guiarnos en la verdad que Dios ha revelado.

Muchas personas se confunden a la hora de determinar si alguna iglesia en particular es bíblica o no, siendo que todas las iglesias dicen tener a la Biblia como su libro guía. No obstante, podemos saber con certeza cuando una iglesia es realmente bíblica y cuándo no. Para ello revisaremos la enseñanza total de la Biblia al respecto.

Soy consciente que algunos temas son muy delicados y otros ofrecen complejidad, como el tema del gobierno de la iglesia, las ordenanzas o sacramentos o cuándo empezó la iglesia. Realmente no quiero tocar los puntos conflictivos en estos temas, sino, más bien, analizar los elementos fundamentales que, a pesar de la diversidad en algunos temas (debido a su complejidad en la Biblia), son comunes, puesto que están de manera clara enseñadas en las Sagradas Escrituras.

Quiero ayudar a los creyentes y las personas que, sinceramente, desean conocer lo que la Biblia enseña sobre la verdadera iglesia.

Si tienen alguna inquietud o desean profundizar en este u otro tema bíblica, no dude en escribirme (jcbbenitez@gmail.com)

Su servidor en Cristo,

Julio Benítez B.

Introducción

Nos ha tocado vivir en un siglo caracterizado por cambios extremos. La ciencia ha progresado gigantescamente, las comodidades y las tecnologías avanzadas son la característica común en todas partes. El mundo de las ideas también es cambiante y, prácticamente, se ha dado una revolución completa en todo sentido. Las costumbres, la cultura, las filosofías, los estilos literarios, la música, el vestido, la política y todo lo relacionado con el hombre van cambiando constantemente de una forma agigantada. La sociedad actual se jacta de ser muy desarrollada y civilizada, de tal manera que, quien no comparta este correr hacia lo novedoso, es considerado retrogrado y enemigo del avance humano.

Pero no solo las esferas sociales, políticas, culturales y científicas cambian rápidamente. Este fenómeno también está presentándose en el campo religioso. Los distintos credos y confesiones religiosas se esfuerzan por adaptarse a las corrientes de cada época, de tal manera que hoy día hayamos a un mundo religioso cambiante. Religión que desee tener el respeto de la sociedad deberá ser pluralista, relativista y ecuménica. Sus valores espirituales no deben alienar ni suprimir las expectativas hedonistas y materialistas de los feligreses. La religión actual debe estar al servicio del hombre y su fin debe ser la glorificación y deificación del mismo.

Este fenómeno cambiante no ha sido ajeno dentro del cristianismo actual. Numerosas Iglesias y denominaciones cristianas se enorgullecen de su modernismo y atracción hacia las nuevas generaciones. Muchos conceptos bíblicos e históricos han cambiado para dar paso a un cristianismo más contemporáneo y adaptable a las novedades de este siglo. Doctrinas como la total depravación del género humano como consecuencia del pecado original son desconocidas, por muchos pastores y predicadores. La suficiencia de las Escrituras en materia de fe y conducta cada día es resquebrajada para dar paso a las ideas y necesidades del hombre postmoderno. La doctrina de la santidad es ignorada por la mayoría y abusada por otros. La paciencia en medio del sufrimiento son conceptos ajenos a una iglesia “próspera materialmente”. El conocimiento de Cristo, a través de la Palabra, ha sido reemplazado por un conocimiento místico característico de las religiones gnósticas de los primeros siglos y de las creencias orientales.

La Iglesia cristiana está atravesando un período de confusión muy grande. Pero en medio de este caos es necesario que se escuchen nuevamente las voces de los profetas de Dios que proclaman “Vuelvan al camino antiguo”, “A la Ley y al Testimonio”. Esta función profética pocos la han querido asumir, porque ella es peligrosa, aleja a los amigos y atrae el desprecio.

Por otro lado, el siglo XXI es testigo de un crecimiento acelerado y “peligroso” de las Iglesias cristianas. Es mas, pareciera que el fin principal de toda iglesia local es crecer lo más rápido posible, en el número de sus asistentes. En ninguna otra época se ha hecho tanto hincapié en las mega iglesias, en el crecimiento explosivo, en las grandes masas asistiendo a conciertos y marchas cristianas. El crecimiento en sí no es malo, la Iglesia primitiva creció en número de asistentes en poco tiempo. Pero el peligro está en que el crecimiento actual, muchas veces, es producto de estrategias “humanistas” de algunas iglesias, y no de la convicción que produce el Espíritu Santo en los corazones de los incrédulos a través de la clara y fiel exposición de las Sagradas Escrituras. En muchas ocasiones la predicación moderna, si es que puede llamarse así, carece de los elementos básicos de lo que debe ser una exposición de las Escrituras. Chistes, historias, testimonios, motivación personal, psicología, humanismo, principios esotéricos y otros elementos ajenos a la verdadera predicación bíblica es el contenido de los sermones actuales en los grandes púlpitos de nuestras ciudades. Aquellos impactantes avivamientos del pasado, con sus predicadores aferrados a la sana interpretación y exposición de las Escrituras han quedado atrás. Los actuales motivadores de avivamientos desprecian el profundo estudio de la teología y las Escrituras, pensando que con sus impulsos místicos podrán crear algo mejor. Existe hoy día una falsa dependencia del Espíritu de Dios, puesto que ésta se ha divorciado de Su Santa Palabra. Calvino, Lutero, Spurgeon, Jonathan Edward, Richard Baxter y otros ministros del pasado fueron pastores de renombre que dependieron constantemente del Espíritu Santo, a través de un estudio profundo y conciente de las Escrituras, los cuales, con su exposición clara, fueron instrumentos para verdaderos avivamientos que condujeron a la sociedad europea y americana a reales cambios como resultado de una conversión genuina.

Por todas partes surgen nuevas iglesias particulares, algunas con algún tipo de organización, otras carecen de los mínimos elementos organizativos. Algunos líderes no están conformes con los manejos que hace el pastor en la Iglesia, y deciden irse para empezar una nueva iglesia en otro lugar. Algunos no han podido conseguir un empleo estable y ven en la creación de una Iglesia la posibilidad de sostenimiento económico, entonces abren las puertas de su casa e inicia una congregación de creyentes. Las denominaciones evangélicas también están afanadas por crecer, abren iglesias en barrios y calles que ya tienen varias congregaciones cristianas.

Como dije antes, el crecimiento no es malo en sí mismo. Somos llamados a proclamar el evangelio por doquier y a ganar almas para el Señor. La Iglesia de Cristo es misionera y debe extenderse a lo largo de todo el planeta. Cada día es necesario que surjan congregaciones cristianas donde se predique con fidelidad el puro evangelio de Cristo. Es mas, comparto la idea de las Iglesias en las casas, esto es bíblico y se ajusta al modelo utilizado por los primeros creyentes. Pero lo preocupante con el actual crecimiento explosivo es que carece de muchos fundamentos bíblicos. Las iglesias locales, aunque sean en las casas, deben contener los elementos básicos que la distinguen como tal. Debemos continuar extendiendo el reino de Dios en medio de este mundo, pero esto debe ser de acuerdo a los principios estipulados por la cabeza máxima de la Iglesia, es decir, Jesucristo.

El afán de crecimiento ha llevado a muchos líderes y misioneros a desconocer la enorme importancia que tiene la Iglesia como institución y organismo creado por Cristo para congregar a todos los salvados. Hoy día muchos inician proyectos evangelísticos desconectados de la vida normal de la Iglesia, porque, según ellos conciben, la Iglesia es un organismo anacrónico, arcaico, que debe dar paso a nuevos estilos de trabajo misionero como los clubes, sociedades y cosas parecidas. Pero hacer esto es desconocer que Jesucristo vino a establecer su Iglesia, que para él, ella es lo más precioso que hay en la tierra. Por la Iglesia él sufrió en la cruz, ella es el objeto diario de su obra santificadora a través del Espíritu, Jesús la cuida y la perfecciona, porque un día, la Iglesia será presentada como su esposa en las bodas celestiales. Fuera de la Iglesia no hay verdadero cristianismo.

A través de este trabajo deseo aportar algunos elementos bíblicos para el buen funcionamiento de las Iglesias locales, que cada día se extienden por todas las naciones latinas.

Es necesario dar testimonio al mundo de la unidad en la fe que caracteriza a los hijos de Dios. Jesús oró por esta unidad y todos los creyentes estamos comprometidos en ella. La verdadera unidad no está relacionada con el actual movimiento ecuménico, sino que se dejará reflejar cuando cada Iglesia local se identifique totalmente con la única fe y doctrina que proviene de las Escrituras. Si todas las iglesias expresan la misma fe bíblica, el mismo amor entre sus miembros, la misma dependencia del Espíritu, la única obediencia a los mandatos de Cristo y honran de la misma manera al Dios que les salvó, entonces el mundo contemplará la unidad de la Iglesia de Cristo. No es necesario crear superestructuras intereclesiásticas para conservar la unidad de la Iglesia. Lo único necesario es que cada iglesia local se mantenga fiel a los principios bíblicos; si todas las congregaciones locales hacen eso, todas serán parecidas y, por todas partes, el mundo conocerá que creemos una misma doctrina y somos una sola iglesia.

Este trabajo va dirigido a la multitud de pastores y líderes cristianos que se esfuerzan por traer pecadores al redil de los salvos. A todos aquellos siervos que trabajan por establecer iglesias locales, pero que anhelan hacerlo en obediencia a la cabeza de la Iglesia; a todos aquellos que desean establecer iglesias verdaderamente bíblicas.

Es mi oración que el Señor nos ayude a entender estos principios y nos permita ponerlos en marcha dentro de nuestras congregaciones.

Julio Benitez Benítez
Bogotá, Marzo/06

I.¿Por qué estudiar la doctrina de la Iglesia?

Esto te escribo, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte, para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad. 1 Ti. 3:14-15

Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé. Tito 1:5

El siglo XXI ofrece una paradoja muy interesante en el mundo evangélico. Hoy día se habla de un crecimiento y extensión de las iglesias por todas partes, pero también se presenta un creciente desconocimiento hacia el sentido bíblico de la Iglesia. Si preguntásemos a algún “cristiano” de nuestro tiempo que nos definiera la Iglesia, de seguro escucharíamos respuestas como esta:

- La iglesia es la capilla o el sitio donde nos reunimos para celebrar los cultos
- La iglesia es la organización de pastores y obispos que dirigen nuestra denominación.
- La Iglesia está compuesta invisiblemente de santos, por lo tanto no sabemos donde ubicarla, solo Dios la conoce
- La Iglesia es un gigante anacrónico y arcaico que debe dar paso a nuevos movimientos para atraer efectivamente a los perdidos.
- La Iglesia solamente existe cuando los miembros se reúnen en el nombre del Señor para celebrar los cultos

Muchos creyentes de este siglo no solo ignoran el significado de la palabra Iglesia, sino que desconocen su naturaleza, su importancia en el plan de Salvación y su vocación celestial. Algunos la miran como una institución de antaño, con poca relevancia para el mundo de hoy, otros la miran como un organismo espiritual, invisible, lejano; por lo tanto, sin relación inmediata con el creyente. Otros, aunque no la rechazan verbalmente, si lo hacen cuando no estiman de suma importancia el hacerse miembros de una iglesia local. Otros enfatizan tanto la iglesia invisible que descuidan su compromiso para con la iglesia donde el Señor les ha puesto, otros desestiman las decisiones que la Iglesia toma en materia de disciplina y buscan otra congregación donde le acepten en su estado de rebeldía. Algunos líderes o pastores de Iglesias se apropian tanto de sus miembros que dan a entender un desconocimiento de quién es el Señor y Cabeza de la Iglesia. El panorama que vemos hoy es muy contradictorio, la gente está acudiendo en masa a las Iglesias, pero por otro lado no se preocupan por estar en la Iglesia de Cristo, por conocerla, por cuidarla y apoyarla. Muchos estarían dispuestos a brindar todo el apoyo necesario a organizaciones para-eclesiásticas o clubes de cristianos, pero pocos consideran de gran trascendencia el papel único de la Iglesia de Cristo en la tierra.

La doctrina de la Iglesia no es una opción de estudio para el creyente, sino que este tema es parte importante en las Sagradas Escrituras. Solamente, en el Nuevo Testamento, se utiliza 115 veces el término griego ekklesia (Traducido en español como Iglesia).

En la teología bíblica es imposible hablar de cristianos sin Iglesia. Los verdaderos creyentes no solo forman parte de la iglesia universal de Cristo, sino que se congregan con los santos en una asamblea local. A través de ella el Espíritu manifiesta la gloriosa unidad que representa el cuerpo de Cristo. El individualismo característico de los movimientos evangélicos actuales desestima la importancia de una eclesiología bíblica, en parte, porque pensamos que Jesús vino a salvar a pecadores individuales y lo importante es profesar fe en él como Salvador y nada más. Pero esto es desconocer el propósito Salvador que Dios ha tenido desde el principio. Dios no solo ha estado interesado en los hombres como seres individuales, sino que él ha estado trabajando por la formación y salvación de un pueblo. El Israel del Antiguo Testamento es una figura que nos muestra con claridad el sentido colectivo del plan redentor. Una y otra vez se nos habla del Pueblo de Dios en forma colectiva:

- Ex. 3:7 “… he visto la aflicción de mi pueblo”.
- Lev. 26:12 “Andaré entre vosotros y seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo”.
- Deu. 7:6 “Porque tú eres pueblo santo para el Señor tu Dios; el Señor tu Dios te ha escogido para ser pueblo suyo de entre todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra”
- Deu. 21:8 “Perdona a tu pueblo Israel, al cual has redimido, oh Señor, y no imputes la sangre inocente a tu pueblo Israel”
- Deu. 33:29 Dichoso, tú, Israel. ¿Quién como tú pueblo salvado por el Señor?
- 1 Sa. 12:22 Porque el Señor, a causa de su gran nombre, no desamparará a su pueblo, pues, el Señor se ha complacido en haceros pueblo suyo.
- 2 Cr. 7:14 si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.

Pero, no solamente el Antiguo Testamento presenta la salvación de Dios relacionada con un pueblo, sino que el Nuevo continúa con esta perspectiva. Solo que ahora no se trata de una nación con límites territoriales o relacionadas con una raza especial, sino que el verdadero pueblo de Dios estará conformada por gentes de todas las naciones, lenguas y pueblos.

- Mat. 1:21 “Y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a SU PUEBLO de sus pecados”
- Mateo 2:6 Y tú, Belén, de la tierra de Judá,No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; Porque de ti saldrá un guiador, que apacentará a mi pueblo Israel.
- Lucas 1:77 Para dar conocimiento de salvación a su pueblo, para perdón de sus pecados.
- Hechos 15:13-14 Y cuando ellos callaron, Jacobo respondió diciendo: Varones hermanos, oídme. 14Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre.
- 2 Cor. 6:16 ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Y vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: «Habitaré y andaré entre ellos; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo»
- Tito 2:14 quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.


Vivimos en un siglo que se jacta de sus grandes avances científicos, sociales, políticos, filosóficos y culturales. También la religión corre en este camino de la innovación y el “desarrollo”. Las iglesias o denominaciones que se identifican como cristianas cada día incorporan nuevos elementos a su doctrina, culto y práctica. La “ciencia” y los descubrimientos de la psicología y la sociología “mejoran” el contenido de la predicación, la cual ha sido reemplaza por plácidas charlas de superación personal. El culto de adoración a Dios también ha sufrido grandes cambios: Los himnos con un contenido doctrinal profuso y firme han sido cambiados por estribillos que se caracterizan por su contenido doctrinal débil y ritmo musical que “concentra” a las personas en sus propias emociones y sentimientos. Todo esto ha desfigurado el verdadero sentido de la Iglesia de Jesucristo. Algunos miran a la Iglesia como un centro de terapia psicológica, otros como una institución social. Pero el verdadero sentido y propósito de la Iglesia ha quedado relegado en el olvido.

El apóstol Pablo en 1 Corintios 11:22 exhorta a los creyentes diciéndoles ¿O menospreciáis la Iglesia de Dios…? Existen muchas formas a través de las cuales los cristianos podemos menospreciar la Iglesia de Dios: 1. Desconociendo la enseñanza doctrinal de las Escrituras respecto a la Iglesia. Este tema debe ser investigado por todo creyente que ama a Cristo y su obra en la tierra, “nuestra peregrinación espiritual debe conducirnos hacia un aumento continuo de la investigación, aprecio y aplicación de toda la verdad. La doctrina de la iglesia no debería ser excluida”[1]. 2. Una mala interpretación, y en consecuencia una mala aplicación, del concepto de Iglesia invisible. Este tema, mal explicado, es causante de un desprecio hacia la importancia sublime de la Iglesia local.

No obstante esta gran confusión que reina en el mundo cristiano del siglo XXI, la Biblia sigue firme y levantando la voz para proclamar que la Iglesia de Cristo es una institución sagrada con unas características únicas, establecidas hace mas de 20 siglos por el Salvador y los inspirados apóstoles.

[1] Downing, W. R. La Iglesia Neotestamentaria. Iglesia Bautista de la Gracia. Página 2. (CD BIBLIOTECA PURITANA).

II.Concepto bíblico de Iglesia.

¿Qué es la Iglesia?

A esta pregunta muchos darán respuestas diferentes: Unos dirán, es el edificio o la catedral donde se celebran los cultos a Dios, otros responderán que es alguna de las denominaciones como la Iglesia Católica, la Iglesia Luterana o la Presbiteriana, otros dirán que Iglesia es la jerarquía de obispos y sacerdotes y algunos afirmarán que esta es invisible y por lo tanto no puede ser relacionada con ninguna de las iglesias locales visibles.

Algunas personas piensan que se puede hablar de Iglesia solamente cuando existe una organización eclesiástica jerárquica con juntas directivas locales, regionales, nacionales y mundiales. Otros piensan que no se puede hablar de iglesia cuando los creyentes se reúnen en casas.

Pero las afirmaciones anteriores están fundamentadas en tradiciones humanas y no en claros principios bíblicos. La realidad es que las Escrituras, en su definición de Iglesia, difieren mucho de las concepciones modernas.

1. Significado literal. La palabra “Iglesia” utilizada en nuestras traducciones españolas de la Biblia es una transliteración del término griego ekklesía, el cual, a su vez, consta de dos partes: La preposición “ek” (fuera) y la forma nominal “Klesía”, derivada del verbo “Kaleo” (llamar). Ekklesía, literalmente significa “llamada de” o “llamar aparte”. Con el fin de tener mayor claridad sobre el uso de la palabra iglesia en las Escrituras analicemos su significado en el Antiguo Testamento, en el mundo griego y en el Nuevo Testamento.

La versión de los Setenta (Septuaginta) traduce la palabra hebrea “Kahal” por “Ekklesía” (Iglesia). Tiene el sentido básico de asamblea (Dt. 9:10; 1 Re. 8:65). Pero también se utiliza con un significado teológico cuando se habla de la “asamblea de Israel” (1 Re. 8:14) o la “asamblea de los santos” (Sal. 89:5)

El mundo griego. Utilizan “ekklesía” para referirse a una asamblea popular (Hch. 19:32, 39-40).

El Nuevo Testamento. Ekklesía es utilizado para referirse a “la asamblea de aquellos a quienes Dios mismo congrega”[1]. Se utiliza 115 veces en el Nuevo Testamento, incluyendo una variante de lectura. Tres veces se refiere a una asamblea política (Hch. 19:32-41)[2], dos veces a la asamblea de Jehová (Hch. 7:38; Heb. 2:12) y Ciento Diez veces se refiere explícitamente a la asamblea de Jesucristo. En los evangelios aparece solamente tres veces: Mateo 16:18 y 18:17. En el primer pasaje Jesús dice que edificará a su Iglesia. Aquí el término ekklesia es utilizado en su sentido más inclusivo, pues no se refiere a una local específica. Esta asamblea pertenece exclusivamente a Jesucristo, quien es su fundador, y él garantiza que será victoriosa y conquistará a pesar de la oposición del enemigo. En el segundo pasaje, Ekklesía se refiere a un grupo de personas reunidas en un lugar visible, con el fin de escuchar a un miembro para asuntos de disciplina. En Hechos se utiliza Veinte veces, incluyendo una variante. (2;47; 5:11; 8:1; 8:3; 9;31; 11:22; 11:26; 12:1; 12:5; 13:1; 14:23; 14:27; 15:3; 15:4; 15:22; 15:41; 16:5; 18:22; 20:17; 20:28). Es utilizada para referirse a la Iglesia local de Jerusalén (8:1), a la Iglesia de Judea y a la congregación de Israel en el Antiguo Testamento (7:38). Aunque sus miembros no estén reunidos en culto, de todas formas se sigue llamando Iglesia (Hch. 8:38). Cada asamblea de creyentes ubicada en las distintas ciudades era considerada una iglesia (14:23), este pasaje nos deja ver que una Iglesia puede existir aunque no tenga ancianos o pastores, aunque lo mas saludable es que los tenga.

El Nuevo Testamento habla de la Iglesia en un sentido universal (19 veces) pero da mayor énfasis a su aspecto particular o local (91 veces).

2. Significado teológico. Basados en los pasajes anteriores y otros que no hemos considerado en este libro, podemos concluir algunos significados teológicos, acordes con la interpretación que los santos siervos del Señor le han dado en tiempos pasados y presentes:

La Iglesia es la sociedad cristiana de los hijos, del pueblo y del Reino de Dios.

“Esencialmente es una institución permanente, divina, una definida, visible, llamada asamblea de los discípulos de Jesús, consistiendo de una sociedad colectiva y universal de cristianos, compuesta principalmente de muchas distintas y locales sociedades de cristianos”[3].

Pendleton ofrece dos definiciones teológicas para la Iglesia, la primera es una definición esencial: “Una iglesia es una congregación de discípulos de Cristo, bautizados, unidos en la creencia de lo que Él ha dicho y comprometidos a hacer lo que Él ha mandado”, y la segunda definición es descriptiva: “Una iglesia es una congregación de discípulos de Cristo, bautizados, que le reconocen a Él como su Cabeza, que confían en Su sacrificio expiatorio para la justificación delante de Dios, que dependen del Espíritu Santo para la santificación, que están unidos en la creencia del Evangelio y comprometidos a mantener Sus ordenanzas y a obedecer sus preceptos, reuniéndose para el culto y cooperando para la extensión del reino de Cristo en el mundo”[4].

“La Iglesia es la forma visible y terrena del reino de Cristo y la organización divina escogida para su adelantamiento y triunfo. Organizada y gobernada por las leyes del Rey invisible y compuesta de los súbditos del reino celestial, los cuales por el símbolo de fidelidad han profesado lealtad para con Él”[5].

Desde el punto de vista de la elección, y según el cumplimiento final del propósito divino puede ser definida como la comunidad de los elegidos. Desde el punto de vista del llamamiento eficaz puede ser definida como el cuerpo de aquellos que son eficazmente llamados o la comunidad de los fieles creyentes.[6]

La confesión Bautista de 1689 define a la Iglesia de la siguiente manera: “La Iglesia católica o universal, que (con respecto a la obra interna del Espíritu y la verdad de la gracia) puede llamarse invisible, se compone del número completo de los elegidos que han sido, son o serán reunidos en uno bajo Cristo, su cabeza; y es la esposa el cuerpo, la plenitud de Aquel que llena todo en todos”. (Cap. 26, Párrafo 1.)

Otras confesiones de fe de las Iglesias reformadas dan las siguientes definiciones para la Iglesia:

“La iglesia es la congregación de los santos (la asamblea de todos los creyentes)”. Confesión de Augsburgo. “…El Hijo de Dios, de toda la raza humana y desde el principio hasta el fin del mundo, congrega, protege y preserva para sí, mediante Su Espíritu y Palabra y en la unidad de la verdadera fe, una comunidad elegida para vida eterna”. Catecismo de Heidelberg. “Afirmamos, por tanto, según la Palabra de Dios, que es la compañía de los fieles que acuerdan seguir su Palabra”. Confesión Francesa. “Creemos y profesamos una iglesia católica o universal, la cual es una congregación santa y una asamblea de verdaderos cristianos creyentes, que esperan su salvación en Jesucristo, siendo lavados por su sangre, santificados y sellados por el Espíritu Santo” Confesión Belga.

“Una iglesia Neotestamentaria es una reunión de gente llamada fuera.., por la predicación del evangelio, acompañada por la obra regeneradora del Espíritu Santo, y bautizada en la fe y comunión del evangelio, a una vida de conformación a la voluntad de Dios, y a ejecutar la voluntad y perpetuar las ordenanzas de Cristo hasta que Él venga”[7].

B. Iglesia Universal e Iglesia local. Las anteriores definiciones, y los pasajes bíblicos que analizamos al principio de este capítulo, nos dejan ver dos aspectos de la Iglesia de Cristo: Su universalidad y su carácter local. En la historia de la teología se ha hablado de la Iglesia Universal e invisible y de la Iglesia local visible. Algunos han defendido estas dos características de la Iglesia, mientras que otros, como los landmarkistas niegan el carácter universal e invisible de la misma. En realidad debemos ser cautelosos y muy claros al estudiar estos dos aspectos de la Iglesia, pues, una mala comprensión de la invisibilidad de la Iglesia universal puede conducir a un desprecio o poca estima de la importancia de la Iglesia local. Por otro lado, las Escrituras presentan la verdad que Cristo solo tiene una Iglesia, no hay algo así como una Iglesia invisible distinta de la iglesia visible, esto es absurdo.

1. Universalidad de la Iglesia. Como hemos visto en algunas definiciones teológicas de Iglesia presentadas al inicio de este capítulo, se le indica como algo general y universal. Cuando se habla de la Iglesia como la congregación de los santos de todos los tiempos, que han sido elegidos por Dios para Salvación, a través de Cristo, estamos refiriéndonos a la Iglesia en términos Universales. Realmente las Escrituras, cuando hablan de la Iglesia, lo hacen mayoritariamente refiriéndose a las congregaciones locales o particulares. En pocos pasajes se hace referencia a ella en términos regionales o universales. Cuando Jesús dijo que él edificaría Su iglesia, se refiere a una sola Iglesia, es decir, universal. De la misma forma Pablo, en Efesios, utiliza muchas veces el término Iglesia, no refiriéndose a una o varias iglesias locales, sino a una Iglesia universal o general. Ef. 1:22-23 “Y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la Iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo”. Otros pasajes que hablan de la Iglesia en sentido universal son: Mt. 16:18; 1 Co. 12:28; Ef. 1:22; 4:11-15; 5:23-25,27,29,32; Col. 1:18,24; He. 12:23. Las verdades que contienen estos pasajes están relacionadas, especialmente, con la Iglesia universal de Cristo. Jesús solo tiene una esposa, y esta es la iglesia universal. Sería imposible hablar de cada iglesia local como una esposa distinta, pues, esto implicaría que en las bodas del cordero, Jesús tendría numerosas esposas, pero la enseñanza bíblica es muy clara, Él prepara para sí una sola esposa. Muchas veces se habla de esta iglesia como invisible, pero debemos ser cuidadosos al hablar en este sentido, pues, esto se ha prestado para un descuido en los deberes de los creyentes en hacerse miembros de una iglesia local o particular. Realmente las Escrituras no hablan de una iglesia invisible y de otra visible, o de una iglesia espiritual y otra concreta. Jesús solo tiene una iglesia y ésta es visible. Aunque es propio hablar de la invisibilidad de la Iglesia universal solamente en el sentido de que “No se puede ver directamente la obra del Espíritu que une una persona a Cristo. Es invisible porque no podemos juzgar perfectamente la verdad de la gracia de otra persona. Es invisible porque la Iglesia como un todo no es aún una realidad terrenal perfecta. Las iglesias visibles son sólo manifestaciones imperfectas y parciales de la misma. Si bien la iglesia Universal no es perfecta o completamente visible, es prácticamente visible. No existe un verdadero cristiano que no confiese el nombre de Cristo y le obedezca externamente.”[8] Jesús garantizó la perpetuidad de su Iglesia (Mt. 16:18; 24:14; 28:20; Mr. 4:30-32; Sal. 72:16-18; Is. 9:6,7), no obstante muchas iglesias locales perdieron su norte y se volvieron apóstatas (Ap. 2:5; cf. 1:20; 1 Ti. 3:14,15). Esto implica que la perpetuidad se refiere solamente a la Iglesia universal de Cristo. En todos los tiempos el Señor ha guardado para sí un pueblo fiel, en distintos lugares. Negar la universalidad de la Iglesia de Cristo conlleva a un aislamiento malsano y perjudicial para los creyentes. Las iglesias locales no son separadas e independientes totalmente de las otras. Hay un vínculo estrecho que nos une. Tenemos una sola cabeza, que es Cristo. Dependemos de la guía del único Espíritu de Dios. Estamos cimentados en la enseñanza de los únicos apóstoles y profetas de Cristo. Somos bautizados por el Espíritu al mismo cuerpo. “Aunque no tenemos una promesa absoluta de que nuestra propia iglesia local continuará, sí sabemos que la Iglesia universal de Cristo siempre continuará visiblemente. La manera en que Él ha ordenado que eso ocurra es en iglesias locales.”[9]
¿Esta Iglesia universal tiene algún gobierno que la guíe? La Iglesia universal es gobernada directamente por su cabeza, Jesucristo. (Col. 1:18; Ef. 4:11-16; 1:20-23; 5:23-32; 1 Co. 12:27,28; Jn. 17:1-3; Mt. 28:18-20; Hch. 5:31; Jn. 10:14-16). La Iglesia Católica, con su cabeza visible a través del Papa, pregunta una y otra vez a los protestantes: ¿Cómo funciona eso de que Cristo sea la cabeza de la Iglesia Universal, siendo que él está en el cielo y no en la tierra? ¿De qué manera ejerce Cristo ese gobierno sobre la Iglesia? La única respuesta que podemos dar es que “Cristo ejerce su jefatura mediante los representantes en la Tierra designados por él”[10]. Jesús gobierna en la tierra a través de su vicario el Espíritu Santo (Jn. 14:16-18,26; 15:26,27; 16:7-13; Hch. 16:6-10; 2 Co. 3:17,18). El Espíritu Santo inspiró a los apóstoles y profetas para que sus enseñanzas y directrices gobernaran a la Iglesia universal. (Mt. 16:16-18; Ef. 2:19-22; Hch. 1:20-26; Ap. 21:14). Estos apóstoles, autorizados por Cristo, la Cabeza, designaron ancianos o supervisores para las iglesias locales, los cuales aunque solamente ejercen una autoridad local, tienen la autoridad Cristo y gobiernan Su Iglesia.


2. La Iglesia local. La Iglesia de Cristo se expresa solamente a través de Iglesias locales. Como hemos dicho anteriormente no podemos hablar de dos clases de Iglesias, solo hay una. Pero esta verdadera Iglesia de Cristo podemos conocerla solamente a través de su expresión visible en la asamblea local. Si alguien se jacta de pertenecer a la Iglesia y descuida su deber de hacerse miembro en una asamblea local, el tal no ha entendido el verdadero sentido que nos enseña la Biblia sobre la importancia de las iglesias locales. El famoso predicador Dr. Martyn Lloyd-Jones tratando el tema de la Iglesia en sus dos sentidos: Universal y local, termina afirmando lo siguiente: “No podemos ver el alma de las personas, pero sabemos que cada persona tiene un alma y expresa ese hecho a través del cuerpo, a través de la conducta y la vida, lo invisible manifestándose a través de lo visible. Y eso es ciertamente cierto de la iglesia cristiana. A parte de las iglesias locales, (no) existe tal cosa como la Iglesia. El cuerpo de Cristo es una entidad, es algo real y viviente.” Si bien es cierto que algunos miembros de las iglesias locales no son, de hecho, miembros de la única Iglesia de Cristo, porque en ellos no se ha dado una obra de regeneración, esto no debe minimizar la urgencia de todo aquel que ha puesto su fe en Cristo para buscar el ser miembro de las asambleas que han sido designadas directamente por Cristo como expresión visible de su cuerpo. Las Iglesias locales no son mas que un grupo de creyentes, regenerados, llamados fuera del mundo, congregados para la mutua edificación a través de una práctica común de la predicación verdadera de la Palabra de Dios, la administración de los sacramentos, el ejercicio de la disciplina, la celebración cúltica y la obra de evangelización. (Hch. 2:41,47; Mt. 18:20; Hch. 2:44; 4:32; 2:42-47).

Veamos algunas definiciones y calificaciones que se han dado a la Iglesia local:

“Una iglesia de Cristo, bien definida y bien establecida, es una compañía de personas fieles, separada de incrédulos, reunida en el nombre de Cristo a quien adoran en verdad y obedecen con prontitud. Son una hermandad, una comunión de santos, cada una firme en su libertad cristiana de practicar todo aquello que Dios le ha ordenado y revelado en su Santa Palabra” (Cita de Henry Barrow en el libro Cristo amó a la Iglesia)[11]



[1] Compendio del Diccionario Teológico. Ed. Desafío. Michigan. 2002. Pág. 393
[2] “El término ekklesía es utilizado 3 veces aquí, en un sentido general o no eclesiástico. Se refiere a un grupo de personas reunidas con un propósito no específico. Esta asamblea o iglesia estaba conformada por “la multitud”, “la gente”, “los hombres de Éfeso”. Eran un grupo de hombres que tenían acceso a una “asamblea regular”. Aparentemente la diferencia entre esta asamblea y la “asamblea regular” era que esta no estaba organizada de manera ordenada. De cualquier manera, consistía de los hombres de Éfeso que en otras ocasiones si se habían congregado ordenadamente. “ (Conferencia de Eclesiología por el Pastor Greg Nichols en la Iglesia Bautista de la Gracia, Santiago. Rep- Dominicana. Febrero 2005).
[3] Conferencia de Eclesiología por el Pastor Greg Nichols en la Iglesia Bautista de la Gracia, Santiago. Rep- Dominicana. Febrero 2005.
[4] Citado por F. Lacuela en su libro “La Iglesia, cuerpo de Cristo”. Ed. Clie. Barcelona. 1973.
[5] H. Harvey, La Iglesia. Ed. Clie. Barcelona.
[6] Berkhof, Luis. Teología Sistemática. Ed. T.E.L.L. Jenison. 1995. Páginas 677-678.
[7] Cobb, J. E. Manual de la Iglesia Bautista. Casa Bautista Misionera de Publicaciones. Texas. Página 11.
[8] Waldron, Samuel. Exposición de la Confesión Bautista de Fe de 1689. Evangelical Press. Santo Domingo. 1997. Página 317.
[9] Ibidem, Pág. 318.
[10] Ibid. Pág. 319.
[11] MacDonald, William, Cristo amó a la Iglesia. Páginas orientadoras. Páginas 12-13.

III. Comprendiendo la alta vocación de la Iglesia en el plan salvífico de Dios

El propósito de Dios sigue siendo el de salvar a un pueblo para sí. Sigue en pie la idea de bendecir a un pueblo especial. Jesucristo mismo dijo que el propósito de su misión en esta tierra es el de edificar un pueblo, el cual fue llamado la Iglesia. (Mateo 16:18). El libro de los Hechos nos presenta al Señor salvando personas para unirlas a la Iglesia, no se consideraba la obra evangelística o misionera fuera del contexto de las iglesias. Hechos 2:47 Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos. El Espíritu Santo, a través de los apóstoles, profetas y ancianos edificaba a la Iglesia, esta edificación no estaba dirigida, especialmente, a personas individuales, sino que todo el pueblo de creyentes es edificado por el Señor. Las persecuciones se desataron solamente sobre los creyentes, pero estos eran identificados en el contexto de la Iglesia como pueblo. Hechos 12:1. Las cartas apostólicas también insisten en la corporeidad del Pueblo de Dios. La mayoría de las epístolas tienen como fin edificar, no a una sola persona individualmente, sino al pueblo de Dios, es decir, a la Iglesia. Incluso, las cartas que fueron dirigidas a personas específicas, como las de Pablo a Timoteo, Tito y Filemón, están orientadas hacia la edificación de la Iglesia. 1 Cor. 12:28 enseña que los dones son dados a la Iglesia para su edificación, no se trata de habilidades espirituales individuales para un fin individual, sino de un don de Cristo para edificar a todo el pueblo, como también es afirmado en Efesios 4:9-16. La carta a los Efesios, tiene un énfasis eclesiológico muy importante, en ella podemos encontrar grandes verdades desconocidas por muchos creyentes de este siglo. Efe. 1:23 expresa que la Iglesia, bajo la cabeza gloriosa de Cristo, es depositaria de la plenitud divina. La Iglesia es aquello que completa a Cristo, así como el esposo es completado por su esposa. Ella es ahora el templo donde reside la presencia del Espíritu de Dios. Si bien es cierto que los creyentes somos templo del Señor, esto solo será en dependencia total de la Iglesia como templo perfecto de la morada de Dios. (Ef. 2:3.-22). Ef. 3:21 Nos deja ver que la Iglesia es el organismo en la tierra encargado de expresar en perfección la gloria de Dios. Efe. 5:21-33 contiene verdades gloriosas respecto a la Iglesia: - Es considera como el cuerpo de Cristo en la tierra, - Jesús es su salvador, - Cristo ama a la Iglesia a tal punto de haberse entregado por ella, - El ministerio de la Palabra tiene como fin limpiar constantemente a la Iglesia – Ella está siendo purificada por el Señor para presentársela a sí mismo como una Iglesia gloriosa, santa, sin mancha y sin arruga, - Jesús cuida y sustenta a Su Iglesia. Este pasaje reafirma la verdad enseñada en Hechos 20:28, que Cristo vino a salvar a un pueblo para sí. La obra de redención fue realizada por la Iglesia, como un pueblo.

1 Timoteo 3:15 presenta a la Iglesia como columna y baluarte de la verdad. Ella es la guardiana y fundamento que sostiene la gloriosa verdad del evangelio. 1 Ped. 2:9-10 habla de la Iglesia como un linaje especial de sacerdotes, una nación santa y un pueblo adquirido por Dios.

“Es por medio de la iglesia neotestamentaria que Dios ha designado revelar su infinita sabiduría a los poderes del universo (Ef.3:8-11). En este mundo pecaminoso, rebelde y ciego, el orden divino ha sido mantenido únicamente en la iglesia neotestamentaria. (Vea 1 Co.11:1-16, especialmente 2-10; Ef.3:8-11.) El propósito redentor eterno de Dios, centrado en la Persona y la obra del Señor Jesucristo, es revelado mediante la institución de Su iglesia.”[1]

A través de todos estos pasajes, y muchos mas, vemos que la Iglesia no es cualquier institución en la tierra, ella es el propósito directo de la obra de Cristo. Es por eso que los cristianos del siglo XXI debemos volver nuestra mirada hacia un conocimiento correcto de ella, pues, no amarla, es no amar lo que Cristo mas ama en la tierra. Dios ama al pecador que se arrepiente, pero más ama a su Iglesia en conjunto. No tengamos un concepto pobre sobre la Iglesia porque estaremos desestimando al Cuerpo glorioso de Cristo.

Las iglesias particulares son los cuerpos “por medio de los cuales Dios manifiesta su multiforme sabiduría a través de la creación de un solo y nuevo hombre tomado de todas las razas y clases”[2].

La Iglesia es más que una organización compuesta por grupos de personas. “El Nuevo Testamento habla de la iglesia como el edificio de Dios, como su cultivo, su viña, su templo, su familia, su olivo, su ciudad y su pueblo. También describe su ministerio como don de Dios (1 Co. 12:28), y del Cristo exaltado (Ef. 4:11), o del Espíritu Santo (Hch. 20:28). Pablo reconoce la prioridad de la Iglesia de Jerusalén, no a causa de la importancia personal de ciertos individuos que la componen sino porque esta comunión de hombres y mujeres era la asamblea de Dios en Cristo. Esto es, él reconoció el hecho de la acción de Dios y no lo trató como un asunto sujeto a la especulación humana. Así como la Iglesia es un hecho establecido por Dios, también ella es el lugar donde Dios actúa para nuestra salvación. Aquí es donde el Señor resucitado sale al encuentro de los hombres y los transforma de rebeldes hacia su Hacedor en niños de su Padre celestial, trayéndolos de la enemistad a la paz. La Iglesia celestial es la novia que espera a Cristo, su Novio (Mr. 2:19,20; 2 Co. 11:2; Ro. 7:1-6, y en especial Efesios y Apoc. 19-21)[3].

Las Sagradas Escrituras no escatiman esfuerzo alguno en declarar el origen celestial y la alta vocación de la Iglesia:

- Fue edificada e iniciada por Cristo. Mateo 16:18. Ningún hombre mortal o sínodo o imperio puede ser considerado como el iniciador de la Iglesia, fue Dios mismo quien le dio su origen. La Iglesia no está fundada sobre un cimiento humano, sino sobre la eterna persona de Cristo. Ef. 2:19,20.Teniendo un origen divino, entonces debe ser considerada como lo más alto en medio de la sociedad humana. A veces, gracias al denominacionalismo existente, muchos cristianos se confunden al mirar su iglesia local, como, simplemente, parte de una denominación, y dejan de verla como el edificio que Cristo mismo está construyendo.

- Fue comprada por la sangre de Cristo. Hch. 20:28. Toda iglesia verdadera está conformada por personas que han sido redimidas por la sangre de Cristo. Esta asamblea de personas salvas (aunque no todos los miembros sean salvos), es un organismo especial porque al Señor le costó su propia sangre. El precio pagado por este pueblo fue incalculable. La Iglesia le costó al Señor su propia vida. Los sufrimientos mas grandes de nuestro Salvador dieron origen a la Iglesia. No solo fueron los sufrimientos físicos, sino que a esto se le añade el hecho de que Jesús llevó sobre sí la culpa y oscuridad de nuestros pecados. Ahora, dependiendo de lo que algo cueste, a si mismo, esto tendrá su valor. Siendo que la Iglesia costó la sangre preciosa del Hijo de Dios, entonces su valor es celestial y mas alto que cualquier cosa preciosa en esta tierra. ¿Habrá algo mas costoso que la sangre del Dios eterno? Ningún pastor, líder, diácono, o miembro debe tener en poca estima a un organismo que es tan precioso como la sangre de Cristo. El que rechaza o tiene en poca estima a la Iglesia, también tiene en poca estima la sangre de Cristo que fue derramada por ella.

- Fue salvada por Cristo. Ef. 5:25-29. La Iglesia es el objeto del amor soberano de Cristo. No se trata de un amor general, como el que tiene Dios por todos los hombres, justos e injustos, cuando hace salir el sol o envía la lluvia sobre ellos. El amor de Dios por la Iglesia es tan profundo, fuerte e íntimo, que, en la tierra, solo puede ser comparado por la relación íntima y única que existe entre una pareja de esposos. Así es el amor de Cristo por la Iglesia. Él la salvó. ¿Es esa la estima que nosotros tenemos hacia la Iglesia? Cuando una persona hace daño a la congregación de los santos, ya sea con comentarios dañinos, divisiones, aprovecharse materialmente de la fe, engañar a los hermanos u otros pecados enfocados hacia la comunidad cristiana, el tal, no solo hace daño a los hermanos, sino que afrenta al Salvador eterno, el cual dará, en su tiempo, un castigo ejemplar.

- Es santificada por Cristo. Ef. 5:26-27. La Iglesia es tan importante para Dios, que no solo envió a Jesús para que la comprara con su sangre preciosa, sino que la sigue purificando cada día, puesto que será presentada como la novia sublime del divino salvador. La Iglesia es santificada por la palabra. Jesús se encarga de dotar a hombres para que sean pastores y predicadores que proclamen, con fidelidad, la enseñanza clara de las Sagradas Escrituras. Esta predicación no es simplemente un discurso sino que es la Palabra de Dios hablada para limpiar de sus impurezas a la novia de Cristo. Esto implica que todos los creyentes deben amar con gran devoción ese momento glorioso en el cual el Salvador nos habla, a través de sus siervos, con el fin de conducirnos a una pureza creciente. Aquellos que dejan de congregarse están perdiendo la oportunidad de escuchar la Palabra predicada que puede ayudarles a limpiarse de toda maldad.

- La Iglesia es la esposa de Cristo. Ef. 5:22-32. “Porque os celo con celo de Dios; pues os he deposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo”. 2 Cor. 11:2. Por lo general, cuando un hombre escoge a una mujer para casarse con ella, esto obedece a que su corazón se ha prendado de esta mujer. Cuando el amor verdadero une a dos corazones, estos deciden unirse en matrimonio. Jesús, Dios eterno, ha decidido desposarse con la Iglesia, porque el amor de su corazón es ella. Es imposible amar a Cristo y a la vez pretender desconocer la importancia de la Iglesia, pues, ella es el delirio de su corazón.

- Es el cuerpo de Cristo. Col. 1:18; Ef. 4:12. La Iglesia no es un club social, no es una Ong, no es una institución de carácter social, no es una empresa, no es una organización humana mundial, no es política, ni cosa que se le parezca. Ella es celestial en su llamamiento. Es más que una organización, es un cuerpo, un organismo vivo, cuya preeminencia se encuentra en la cabeza, que es Cristo. Los mas grandes daños hechos a la Iglesia no han venido de los impíos y enemigos externos de ella, sino de aquellos que, desde dentro, han tratado de tergiversar el verdadero llamamiento de la misma. La Iglesia es, nada mas y nada menos, que el cuerpo de Cristo. Todos los miembros verdaderos de la Iglesia han sido injertados en ella, y por ende en Cristo, para ser uno con él. Solamente la Iglesia tiene este alto llamamiento. “Como cabeza de su iglesia, Cristo le da vida y crecimiento (Col. 2:19; cf. Ef. 4:15,16). Él es su cabeza orgánica. Como su cabeza también ejerce autoridad sobre la iglesia; por cierto, sobre la totalidad de la creación, para el beneficio de la Iglesia (Ef. 1:20-23). Si el Hijo de Dios es la cabeza orgánica y gobernante de la iglesia, entonces la iglesia no depende en ninguna forma de ninguna criatura, ángel o lo que sea. En un individuo humano, el cuerpo debe, en gran medida, a la cabeza su vida vigorosa y su crecimiento.”[4] MacArthur hablando de la importancia de la Iglesia como cuerpo de Cristo dice “Pero la imagen mas profunda, sin paralelo en el Antiguo Testamento, es la del cuerpo. La iglesia es un cuerpo, y Cristo es su cabeza. Este concepto no se usa en el sentido de la cabeza de una compañía, sino que señala a la iglesia como un organismo viviente, unido de manera inseparable por Cristo. Él controla cada parte del cuerpo y le da vida y dirección.[5]” Cristo como cabeza de la Iglesia, no solo es el principio de la misma, sino “que es el verdadero manantial de la vida espiritual de la iglesia”[6]. La Iglesia, siendo el cuerpo, es el medio a través del cual Cristo se expresa y manifiesta en la tierra. ¿Podremos en tener en poca estima a la Iglesia?

- La Iglesia es propiedad del Dios viviente. 1 Co. 1:2; 1 Tim. 3:15; Ro. 16:16.

- Es el edificio de Dios. 1 Co. 3:9. La Iglesias no se construye por la voluntad de los hombres, sino que ella es edificada directamente por la voluntad de Dios. Los pastores y predicadores se convierten en instrumentos que utilizan la Palabra de Dios para llevar a un crecimiento pleno a todos los miembros. Siendo que para esta edificación no se utilizan las filosofías, dogmas y métodos de los hombres, sino los principios y el poder de Dios, entonces podemos afirmar que Dios mismo es quien construye este edificio utilizando a sus servidores. Tener en poca estima a la Iglesia es desconocer quién está construyéndola. “Pablo usa repetidamente la imagen de la construcción en sus epístolas. Representa a los cristianos como el edificio de Dios (1 Cor. 3:9,16) y hace notar que Cristo es el único cimiento (vv. 10-14; Ef. 2:20). Describe la vida espiritual de los creyentes como un proceso de edificación (Ef. 4:29; 1 Ts. 5:11). También revela que los cristianos están siendo edificados juntos en Cristo (Ef. 2:22; Col. 2:7).[7]” Todo creyente que se aleja del cuidado y comunión de la Iglesia Local está dejando de ser edificado conforme a los principios bíblicos.

- Dios la está labrando. 1 Co. 3:9. La labor de los pastores y maestros que Cristo ha dado a la Iglesia, no trabajan para ellos mismos, sino que se convierten en instrumentos especiales a través de los cuales Dios mismo se encarga de edificar y dar crecimiento a los suyos. La Iglesia es como un huerto cuyo propietario es Dios mismo. ¿Podremos vivir lejos de la Iglesia y a la vez pretender estar cerca de Dios?

- Es la habitación de Dios. Ef. 2:22. Aunque los cielos de los cielos no pueden contener la presencia sublime del Dios Santo, a él le place tener moradas especiales entre los hombres. En tiempos prístinos de la nación israelita habitó en el Tabernáculo y en la época de la monarquía en el Templo de Salomón. Hoy día ha hecho morada en la Iglesia. “Dios en el Espíritu hace su santuario terrenal en la iglesia, donde establece su residencia permanente como Señor. Es seguro que esta figura trajo una percepción vívida de las cosas a las personas que vivían en medio de templos donde se creía que moraban las deidades paganas, como era el caso con el templo de Artemisa en Éfeso. Lo cierto es que la Iglesia no es una cámara secreta y diminuta donde se guarda un ídolo, sino el inmenso cuerpo espiritual conformado por todos los redimidos, dentro del cual reside el Espíritu de Dios.[8]” La Iglesia es “el santuario sagrado de Dios en Cristo y en el Espíritu, formado de muchas piedras vivas, que se ayudan y sostienen mutuamente a pesar de su forma diferente y de la distinta posición que ocupan en el edificio.”[9] Las piedras vivas no pueden estar aisladas, pues así no conformarían edificio alguno. Siendo que la figura del templo representa el lugar donde Dios quiere tener comunión con su pueblo, podemos afirmar, entonces, que la Iglesia, es el lugar donde Dios guarda estrecha comunión con su pueblo.

- La Iglesia es el Reino del Hijo amado de Dios. Col. 1:13. Aunque Dios gobierna soberano sobre toda la creación, Jesús, es reconocido plenamente como Rey sobre la Iglesia. Ella está compuesta de súbditos que se gozan en obedecerle. Este es un reinado de luz, verdad, amor, paz, justicia perfecta. Este reino sigue creciendo cada día con los nuevos súbditos que son atraídos por la fe. Este reino se expresa hoy en la Iglesia.

- Es la casa espiritual y el templo de Dios. 1 Ped. 2:5; 1 Co. 3:16. Hoy día Dios no mira mas el tempo de Jerusalén como su casa, sino que ahora él es adorado en una casa “espiritual”, de acuerdo a las palabras de Cristo en Juan 4 “Dios busca adoradores que le adoren en espíritu y en verdad”, pero esto no quiere decir que Dios no tenga un templo especial en esta dispensación, el templo es la Iglesia, la cual es construida con piedras vivas que reciben su poder vivificador de Cristo. “La casa espiritual, que es la Iglesia, es una expresión que alude a su condición de santuario (Comp. Con 1 Co. 6:19; 2 Co. 6:16), pues también el templo antiguo era llamado casa (v. Sal. 69:9; Is. 66:7). En él ejercen los creyentes su sacerdocio, no solo por medio de la oración de intercesión, sino también mediante los sacrificios espirituales (v. Ro. 12:1; Fil. 4:18; He. 13:15,16)[10]”. William MacDonald también coincide en afirmar “La casa espiritual está constituida por todos los creyentes en Cristo, y es por ello lo mismo que la Iglesia. La iglesia tiene esto es común con el templo del Antiguo Testamento, que es la morada de Dios sobre la tierra (1 Re. 6:11-13; Ef. 2:22). Pero está en contraste con el templo, un edificio físico, tangible, hecho de materiales hermosos pero inertes y perecederos. La iglesia es una estructura edificada con piedras vivas”[11].

Siendo que las Iglesias locales son la expresión de la Iglesia Universal de Cristo, entonces, la comunión local de los santos se constituye en morada, casa y templo de Dios. Insisto en afirmar que no se trata de la casa o capilla donde se celebran los cultos, esto no debe ser llamado templo, sino que me refiero a la comunión de los salvos. Estos, y solo estos se constituyen en el templo de Dios, en su casa. De esta forma podemos decir que si los hombres quieren ver la gloria de Dios, deben mirar a su templo, es decir, a la Iglesia. En la dispensación antigua los israelitas oraban mirando en dirección hacia el templo de Jerusalén, hoy día podemos decir que si los hombres quieren tener comunión con Dios, deben mirar a la Iglesia, puesto que a través de ella Jesús expresa el olor fragante de su gracia y misericordia. Solamente la Iglesia, como templo de Dios, ha recibido la autoridad para predicar el evangelio y hacer nuevos discípulos de entre los hombres. Ella es la guardiana de la verdad: “Para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad.” (1 Timoteo 3:14). Si los hombres desean conocer al Dios verdadero deben acudir a la Iglesia de Cristo. Quiero que esto quede muy firme en nuestras mentes. No estoy diciendo que las Iglesias locales son infalibles en su declaraciones, como pretende ser la Iglesia de Roma, sino que “… la iglesia, cada comunidad de fieles cristianos, tiene el privilegio y la responsabilidad de mantener en alto la verdad del evangelio para su propia edificación y para su proclamación a todas las gentes.”[12] MacDonald agrega algo muy importante en su comentario bíblico “Una columna se empleaba no sólo para apoyar una estructura, sino que a menudo se erigía en un mercado público para poner avisos sobre ella. Así, era un poste de anuncios. La iglesia es la unidad en la tierra que Dios ha escogido para proclamar y exhibir su verdad. Es también el valuarte de la verdad. Aquí, baluarte, conlleva el pensamiento de fundamento y estructura defensiva. Esto presenta a la iglesia como aquello que está encargado de la defensa y proclamación de la verdad de Dios.[13]

También es importante resaltar que la Iglesia local, como guardiana de la verdad, no debe intentar crear u originar nuevas verdades. La única verdad que está bajo su cuidado es la que se nos ha revelado en las Sagradas Escrituras, como dice MacArthur “La verdad es la revelación divina, que incluye la verdad del evangelio, el contenido de la fe cristiana. La solemne responsabilidad de cada iglesia es sostener sólida, firme e inquebrantablemente la verdad de la Palabra de Dios. La iglesia no inventa la verdad, y la altera solo a costa de su juicio. Debe apoyarla y protegerla. Es el tesoro sagrado y salvador dado a los pecadores para su perdón, y a los creyentes para su santificación y edificación, que los pueden vivir para la gloria de Dios. La iglesia tiene la mayordomía de la Biblia, el deber de guardarla como la más preciosa posesión en la tierra. Las iglesias que usan mal, tergiversan, desprecian, relegan a un papel secundario o abandonan la verdad bíblica, destruyen su única razón de existir y experimentan ineficacia y juicio.”[14] Los creyentes que se alejan de la comunión de la Iglesia están expuestos al error y al engaño, pues se han alejado de la protección que ella ofrece como guardiana de la verdad. Aunque una iglesia local puede alejarse poco a poco de la verdad y llegar a convertirse en sinagoga de Satanás, de todas maneras esto no debe ser motivo para andar aislados, sino que debemos buscar la comunión con aquellos que verdaderamente están comprometidos en estudiar, comprender, vivir y proclamar con fidelidad, y sin aditamentos, la Palabra de Dios.

[1] Downing, W. R. La Iglesia Neotestamentaria. Iglesia Bautista de la Gracia. (CD BIBLIOTECA PURITANA), Página 57.
[2] Nuevo diccionario bíblico Certeza. Página 618.
[3] Diccionario de Teología. E. F. Harrison. Desafío. Página 306.
[4] Hendriksen, William. Colosenses. Desafío. Página 92.
[5] MacArthur, John. Colosenses. Portavoz. Página 60.
[6] Henry, Matthew. Comentario de Colosenses. Clie. Página 1708.
[7] Kistemaker, Simon. Comentario a 1 Corintios. Desafío. Página 122.
[8] MacArthur, John. Comentario a Efesios. Portavoz. Página 112.
[9] Foulkes, citado por La Cueva en el comentario de Matthew Henry. Clie. Página 1678.
[10] Matthew, Henry. Comentario a 1 Pedro. Clie. Página 1847.
[11] MacDonald, William. Comentario a 1 Pedro. Clie. Página 1038.
[12] Henry, Matthew. Comentario a 1 Timoteo. Clie. Página 1749.
[13] MacDonald, William. Comentario a 1 Timoteo. Clie. Página 954.
[14] MacArthur, John. Primera a Timoteo. Portavoz. Pagina 152