domingo, 12 de octubre de 2008

III. Comprendiendo la alta vocación de la Iglesia en el plan salvífico de Dios

El propósito de Dios sigue siendo el de salvar a un pueblo para sí. Sigue en pie la idea de bendecir a un pueblo especial. Jesucristo mismo dijo que el propósito de su misión en esta tierra es el de edificar un pueblo, el cual fue llamado la Iglesia. (Mateo 16:18). El libro de los Hechos nos presenta al Señor salvando personas para unirlas a la Iglesia, no se consideraba la obra evangelística o misionera fuera del contexto de las iglesias. Hechos 2:47 Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos. El Espíritu Santo, a través de los apóstoles, profetas y ancianos edificaba a la Iglesia, esta edificación no estaba dirigida, especialmente, a personas individuales, sino que todo el pueblo de creyentes es edificado por el Señor. Las persecuciones se desataron solamente sobre los creyentes, pero estos eran identificados en el contexto de la Iglesia como pueblo. Hechos 12:1. Las cartas apostólicas también insisten en la corporeidad del Pueblo de Dios. La mayoría de las epístolas tienen como fin edificar, no a una sola persona individualmente, sino al pueblo de Dios, es decir, a la Iglesia. Incluso, las cartas que fueron dirigidas a personas específicas, como las de Pablo a Timoteo, Tito y Filemón, están orientadas hacia la edificación de la Iglesia. 1 Cor. 12:28 enseña que los dones son dados a la Iglesia para su edificación, no se trata de habilidades espirituales individuales para un fin individual, sino de un don de Cristo para edificar a todo el pueblo, como también es afirmado en Efesios 4:9-16. La carta a los Efesios, tiene un énfasis eclesiológico muy importante, en ella podemos encontrar grandes verdades desconocidas por muchos creyentes de este siglo. Efe. 1:23 expresa que la Iglesia, bajo la cabeza gloriosa de Cristo, es depositaria de la plenitud divina. La Iglesia es aquello que completa a Cristo, así como el esposo es completado por su esposa. Ella es ahora el templo donde reside la presencia del Espíritu de Dios. Si bien es cierto que los creyentes somos templo del Señor, esto solo será en dependencia total de la Iglesia como templo perfecto de la morada de Dios. (Ef. 2:3.-22). Ef. 3:21 Nos deja ver que la Iglesia es el organismo en la tierra encargado de expresar en perfección la gloria de Dios. Efe. 5:21-33 contiene verdades gloriosas respecto a la Iglesia: - Es considera como el cuerpo de Cristo en la tierra, - Jesús es su salvador, - Cristo ama a la Iglesia a tal punto de haberse entregado por ella, - El ministerio de la Palabra tiene como fin limpiar constantemente a la Iglesia – Ella está siendo purificada por el Señor para presentársela a sí mismo como una Iglesia gloriosa, santa, sin mancha y sin arruga, - Jesús cuida y sustenta a Su Iglesia. Este pasaje reafirma la verdad enseñada en Hechos 20:28, que Cristo vino a salvar a un pueblo para sí. La obra de redención fue realizada por la Iglesia, como un pueblo.

1 Timoteo 3:15 presenta a la Iglesia como columna y baluarte de la verdad. Ella es la guardiana y fundamento que sostiene la gloriosa verdad del evangelio. 1 Ped. 2:9-10 habla de la Iglesia como un linaje especial de sacerdotes, una nación santa y un pueblo adquirido por Dios.

“Es por medio de la iglesia neotestamentaria que Dios ha designado revelar su infinita sabiduría a los poderes del universo (Ef.3:8-11). En este mundo pecaminoso, rebelde y ciego, el orden divino ha sido mantenido únicamente en la iglesia neotestamentaria. (Vea 1 Co.11:1-16, especialmente 2-10; Ef.3:8-11.) El propósito redentor eterno de Dios, centrado en la Persona y la obra del Señor Jesucristo, es revelado mediante la institución de Su iglesia.”[1]

A través de todos estos pasajes, y muchos mas, vemos que la Iglesia no es cualquier institución en la tierra, ella es el propósito directo de la obra de Cristo. Es por eso que los cristianos del siglo XXI debemos volver nuestra mirada hacia un conocimiento correcto de ella, pues, no amarla, es no amar lo que Cristo mas ama en la tierra. Dios ama al pecador que se arrepiente, pero más ama a su Iglesia en conjunto. No tengamos un concepto pobre sobre la Iglesia porque estaremos desestimando al Cuerpo glorioso de Cristo.

Las iglesias particulares son los cuerpos “por medio de los cuales Dios manifiesta su multiforme sabiduría a través de la creación de un solo y nuevo hombre tomado de todas las razas y clases”[2].

La Iglesia es más que una organización compuesta por grupos de personas. “El Nuevo Testamento habla de la iglesia como el edificio de Dios, como su cultivo, su viña, su templo, su familia, su olivo, su ciudad y su pueblo. También describe su ministerio como don de Dios (1 Co. 12:28), y del Cristo exaltado (Ef. 4:11), o del Espíritu Santo (Hch. 20:28). Pablo reconoce la prioridad de la Iglesia de Jerusalén, no a causa de la importancia personal de ciertos individuos que la componen sino porque esta comunión de hombres y mujeres era la asamblea de Dios en Cristo. Esto es, él reconoció el hecho de la acción de Dios y no lo trató como un asunto sujeto a la especulación humana. Así como la Iglesia es un hecho establecido por Dios, también ella es el lugar donde Dios actúa para nuestra salvación. Aquí es donde el Señor resucitado sale al encuentro de los hombres y los transforma de rebeldes hacia su Hacedor en niños de su Padre celestial, trayéndolos de la enemistad a la paz. La Iglesia celestial es la novia que espera a Cristo, su Novio (Mr. 2:19,20; 2 Co. 11:2; Ro. 7:1-6, y en especial Efesios y Apoc. 19-21)[3].

Las Sagradas Escrituras no escatiman esfuerzo alguno en declarar el origen celestial y la alta vocación de la Iglesia:

- Fue edificada e iniciada por Cristo. Mateo 16:18. Ningún hombre mortal o sínodo o imperio puede ser considerado como el iniciador de la Iglesia, fue Dios mismo quien le dio su origen. La Iglesia no está fundada sobre un cimiento humano, sino sobre la eterna persona de Cristo. Ef. 2:19,20.Teniendo un origen divino, entonces debe ser considerada como lo más alto en medio de la sociedad humana. A veces, gracias al denominacionalismo existente, muchos cristianos se confunden al mirar su iglesia local, como, simplemente, parte de una denominación, y dejan de verla como el edificio que Cristo mismo está construyendo.

- Fue comprada por la sangre de Cristo. Hch. 20:28. Toda iglesia verdadera está conformada por personas que han sido redimidas por la sangre de Cristo. Esta asamblea de personas salvas (aunque no todos los miembros sean salvos), es un organismo especial porque al Señor le costó su propia sangre. El precio pagado por este pueblo fue incalculable. La Iglesia le costó al Señor su propia vida. Los sufrimientos mas grandes de nuestro Salvador dieron origen a la Iglesia. No solo fueron los sufrimientos físicos, sino que a esto se le añade el hecho de que Jesús llevó sobre sí la culpa y oscuridad de nuestros pecados. Ahora, dependiendo de lo que algo cueste, a si mismo, esto tendrá su valor. Siendo que la Iglesia costó la sangre preciosa del Hijo de Dios, entonces su valor es celestial y mas alto que cualquier cosa preciosa en esta tierra. ¿Habrá algo mas costoso que la sangre del Dios eterno? Ningún pastor, líder, diácono, o miembro debe tener en poca estima a un organismo que es tan precioso como la sangre de Cristo. El que rechaza o tiene en poca estima a la Iglesia, también tiene en poca estima la sangre de Cristo que fue derramada por ella.

- Fue salvada por Cristo. Ef. 5:25-29. La Iglesia es el objeto del amor soberano de Cristo. No se trata de un amor general, como el que tiene Dios por todos los hombres, justos e injustos, cuando hace salir el sol o envía la lluvia sobre ellos. El amor de Dios por la Iglesia es tan profundo, fuerte e íntimo, que, en la tierra, solo puede ser comparado por la relación íntima y única que existe entre una pareja de esposos. Así es el amor de Cristo por la Iglesia. Él la salvó. ¿Es esa la estima que nosotros tenemos hacia la Iglesia? Cuando una persona hace daño a la congregación de los santos, ya sea con comentarios dañinos, divisiones, aprovecharse materialmente de la fe, engañar a los hermanos u otros pecados enfocados hacia la comunidad cristiana, el tal, no solo hace daño a los hermanos, sino que afrenta al Salvador eterno, el cual dará, en su tiempo, un castigo ejemplar.

- Es santificada por Cristo. Ef. 5:26-27. La Iglesia es tan importante para Dios, que no solo envió a Jesús para que la comprara con su sangre preciosa, sino que la sigue purificando cada día, puesto que será presentada como la novia sublime del divino salvador. La Iglesia es santificada por la palabra. Jesús se encarga de dotar a hombres para que sean pastores y predicadores que proclamen, con fidelidad, la enseñanza clara de las Sagradas Escrituras. Esta predicación no es simplemente un discurso sino que es la Palabra de Dios hablada para limpiar de sus impurezas a la novia de Cristo. Esto implica que todos los creyentes deben amar con gran devoción ese momento glorioso en el cual el Salvador nos habla, a través de sus siervos, con el fin de conducirnos a una pureza creciente. Aquellos que dejan de congregarse están perdiendo la oportunidad de escuchar la Palabra predicada que puede ayudarles a limpiarse de toda maldad.

- La Iglesia es la esposa de Cristo. Ef. 5:22-32. “Porque os celo con celo de Dios; pues os he deposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo”. 2 Cor. 11:2. Por lo general, cuando un hombre escoge a una mujer para casarse con ella, esto obedece a que su corazón se ha prendado de esta mujer. Cuando el amor verdadero une a dos corazones, estos deciden unirse en matrimonio. Jesús, Dios eterno, ha decidido desposarse con la Iglesia, porque el amor de su corazón es ella. Es imposible amar a Cristo y a la vez pretender desconocer la importancia de la Iglesia, pues, ella es el delirio de su corazón.

- Es el cuerpo de Cristo. Col. 1:18; Ef. 4:12. La Iglesia no es un club social, no es una Ong, no es una institución de carácter social, no es una empresa, no es una organización humana mundial, no es política, ni cosa que se le parezca. Ella es celestial en su llamamiento. Es más que una organización, es un cuerpo, un organismo vivo, cuya preeminencia se encuentra en la cabeza, que es Cristo. Los mas grandes daños hechos a la Iglesia no han venido de los impíos y enemigos externos de ella, sino de aquellos que, desde dentro, han tratado de tergiversar el verdadero llamamiento de la misma. La Iglesia es, nada mas y nada menos, que el cuerpo de Cristo. Todos los miembros verdaderos de la Iglesia han sido injertados en ella, y por ende en Cristo, para ser uno con él. Solamente la Iglesia tiene este alto llamamiento. “Como cabeza de su iglesia, Cristo le da vida y crecimiento (Col. 2:19; cf. Ef. 4:15,16). Él es su cabeza orgánica. Como su cabeza también ejerce autoridad sobre la iglesia; por cierto, sobre la totalidad de la creación, para el beneficio de la Iglesia (Ef. 1:20-23). Si el Hijo de Dios es la cabeza orgánica y gobernante de la iglesia, entonces la iglesia no depende en ninguna forma de ninguna criatura, ángel o lo que sea. En un individuo humano, el cuerpo debe, en gran medida, a la cabeza su vida vigorosa y su crecimiento.”[4] MacArthur hablando de la importancia de la Iglesia como cuerpo de Cristo dice “Pero la imagen mas profunda, sin paralelo en el Antiguo Testamento, es la del cuerpo. La iglesia es un cuerpo, y Cristo es su cabeza. Este concepto no se usa en el sentido de la cabeza de una compañía, sino que señala a la iglesia como un organismo viviente, unido de manera inseparable por Cristo. Él controla cada parte del cuerpo y le da vida y dirección.[5]” Cristo como cabeza de la Iglesia, no solo es el principio de la misma, sino “que es el verdadero manantial de la vida espiritual de la iglesia”[6]. La Iglesia, siendo el cuerpo, es el medio a través del cual Cristo se expresa y manifiesta en la tierra. ¿Podremos en tener en poca estima a la Iglesia?

- La Iglesia es propiedad del Dios viviente. 1 Co. 1:2; 1 Tim. 3:15; Ro. 16:16.

- Es el edificio de Dios. 1 Co. 3:9. La Iglesias no se construye por la voluntad de los hombres, sino que ella es edificada directamente por la voluntad de Dios. Los pastores y predicadores se convierten en instrumentos que utilizan la Palabra de Dios para llevar a un crecimiento pleno a todos los miembros. Siendo que para esta edificación no se utilizan las filosofías, dogmas y métodos de los hombres, sino los principios y el poder de Dios, entonces podemos afirmar que Dios mismo es quien construye este edificio utilizando a sus servidores. Tener en poca estima a la Iglesia es desconocer quién está construyéndola. “Pablo usa repetidamente la imagen de la construcción en sus epístolas. Representa a los cristianos como el edificio de Dios (1 Cor. 3:9,16) y hace notar que Cristo es el único cimiento (vv. 10-14; Ef. 2:20). Describe la vida espiritual de los creyentes como un proceso de edificación (Ef. 4:29; 1 Ts. 5:11). También revela que los cristianos están siendo edificados juntos en Cristo (Ef. 2:22; Col. 2:7).[7]” Todo creyente que se aleja del cuidado y comunión de la Iglesia Local está dejando de ser edificado conforme a los principios bíblicos.

- Dios la está labrando. 1 Co. 3:9. La labor de los pastores y maestros que Cristo ha dado a la Iglesia, no trabajan para ellos mismos, sino que se convierten en instrumentos especiales a través de los cuales Dios mismo se encarga de edificar y dar crecimiento a los suyos. La Iglesia es como un huerto cuyo propietario es Dios mismo. ¿Podremos vivir lejos de la Iglesia y a la vez pretender estar cerca de Dios?

- Es la habitación de Dios. Ef. 2:22. Aunque los cielos de los cielos no pueden contener la presencia sublime del Dios Santo, a él le place tener moradas especiales entre los hombres. En tiempos prístinos de la nación israelita habitó en el Tabernáculo y en la época de la monarquía en el Templo de Salomón. Hoy día ha hecho morada en la Iglesia. “Dios en el Espíritu hace su santuario terrenal en la iglesia, donde establece su residencia permanente como Señor. Es seguro que esta figura trajo una percepción vívida de las cosas a las personas que vivían en medio de templos donde se creía que moraban las deidades paganas, como era el caso con el templo de Artemisa en Éfeso. Lo cierto es que la Iglesia no es una cámara secreta y diminuta donde se guarda un ídolo, sino el inmenso cuerpo espiritual conformado por todos los redimidos, dentro del cual reside el Espíritu de Dios.[8]” La Iglesia es “el santuario sagrado de Dios en Cristo y en el Espíritu, formado de muchas piedras vivas, que se ayudan y sostienen mutuamente a pesar de su forma diferente y de la distinta posición que ocupan en el edificio.”[9] Las piedras vivas no pueden estar aisladas, pues así no conformarían edificio alguno. Siendo que la figura del templo representa el lugar donde Dios quiere tener comunión con su pueblo, podemos afirmar, entonces, que la Iglesia, es el lugar donde Dios guarda estrecha comunión con su pueblo.

- La Iglesia es el Reino del Hijo amado de Dios. Col. 1:13. Aunque Dios gobierna soberano sobre toda la creación, Jesús, es reconocido plenamente como Rey sobre la Iglesia. Ella está compuesta de súbditos que se gozan en obedecerle. Este es un reinado de luz, verdad, amor, paz, justicia perfecta. Este reino sigue creciendo cada día con los nuevos súbditos que son atraídos por la fe. Este reino se expresa hoy en la Iglesia.

- Es la casa espiritual y el templo de Dios. 1 Ped. 2:5; 1 Co. 3:16. Hoy día Dios no mira mas el tempo de Jerusalén como su casa, sino que ahora él es adorado en una casa “espiritual”, de acuerdo a las palabras de Cristo en Juan 4 “Dios busca adoradores que le adoren en espíritu y en verdad”, pero esto no quiere decir que Dios no tenga un templo especial en esta dispensación, el templo es la Iglesia, la cual es construida con piedras vivas que reciben su poder vivificador de Cristo. “La casa espiritual, que es la Iglesia, es una expresión que alude a su condición de santuario (Comp. Con 1 Co. 6:19; 2 Co. 6:16), pues también el templo antiguo era llamado casa (v. Sal. 69:9; Is. 66:7). En él ejercen los creyentes su sacerdocio, no solo por medio de la oración de intercesión, sino también mediante los sacrificios espirituales (v. Ro. 12:1; Fil. 4:18; He. 13:15,16)[10]”. William MacDonald también coincide en afirmar “La casa espiritual está constituida por todos los creyentes en Cristo, y es por ello lo mismo que la Iglesia. La iglesia tiene esto es común con el templo del Antiguo Testamento, que es la morada de Dios sobre la tierra (1 Re. 6:11-13; Ef. 2:22). Pero está en contraste con el templo, un edificio físico, tangible, hecho de materiales hermosos pero inertes y perecederos. La iglesia es una estructura edificada con piedras vivas”[11].

Siendo que las Iglesias locales son la expresión de la Iglesia Universal de Cristo, entonces, la comunión local de los santos se constituye en morada, casa y templo de Dios. Insisto en afirmar que no se trata de la casa o capilla donde se celebran los cultos, esto no debe ser llamado templo, sino que me refiero a la comunión de los salvos. Estos, y solo estos se constituyen en el templo de Dios, en su casa. De esta forma podemos decir que si los hombres quieren ver la gloria de Dios, deben mirar a su templo, es decir, a la Iglesia. En la dispensación antigua los israelitas oraban mirando en dirección hacia el templo de Jerusalén, hoy día podemos decir que si los hombres quieren tener comunión con Dios, deben mirar a la Iglesia, puesto que a través de ella Jesús expresa el olor fragante de su gracia y misericordia. Solamente la Iglesia, como templo de Dios, ha recibido la autoridad para predicar el evangelio y hacer nuevos discípulos de entre los hombres. Ella es la guardiana de la verdad: “Para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad.” (1 Timoteo 3:14). Si los hombres desean conocer al Dios verdadero deben acudir a la Iglesia de Cristo. Quiero que esto quede muy firme en nuestras mentes. No estoy diciendo que las Iglesias locales son infalibles en su declaraciones, como pretende ser la Iglesia de Roma, sino que “… la iglesia, cada comunidad de fieles cristianos, tiene el privilegio y la responsabilidad de mantener en alto la verdad del evangelio para su propia edificación y para su proclamación a todas las gentes.”[12] MacDonald agrega algo muy importante en su comentario bíblico “Una columna se empleaba no sólo para apoyar una estructura, sino que a menudo se erigía en un mercado público para poner avisos sobre ella. Así, era un poste de anuncios. La iglesia es la unidad en la tierra que Dios ha escogido para proclamar y exhibir su verdad. Es también el valuarte de la verdad. Aquí, baluarte, conlleva el pensamiento de fundamento y estructura defensiva. Esto presenta a la iglesia como aquello que está encargado de la defensa y proclamación de la verdad de Dios.[13]

También es importante resaltar que la Iglesia local, como guardiana de la verdad, no debe intentar crear u originar nuevas verdades. La única verdad que está bajo su cuidado es la que se nos ha revelado en las Sagradas Escrituras, como dice MacArthur “La verdad es la revelación divina, que incluye la verdad del evangelio, el contenido de la fe cristiana. La solemne responsabilidad de cada iglesia es sostener sólida, firme e inquebrantablemente la verdad de la Palabra de Dios. La iglesia no inventa la verdad, y la altera solo a costa de su juicio. Debe apoyarla y protegerla. Es el tesoro sagrado y salvador dado a los pecadores para su perdón, y a los creyentes para su santificación y edificación, que los pueden vivir para la gloria de Dios. La iglesia tiene la mayordomía de la Biblia, el deber de guardarla como la más preciosa posesión en la tierra. Las iglesias que usan mal, tergiversan, desprecian, relegan a un papel secundario o abandonan la verdad bíblica, destruyen su única razón de existir y experimentan ineficacia y juicio.”[14] Los creyentes que se alejan de la comunión de la Iglesia están expuestos al error y al engaño, pues se han alejado de la protección que ella ofrece como guardiana de la verdad. Aunque una iglesia local puede alejarse poco a poco de la verdad y llegar a convertirse en sinagoga de Satanás, de todas maneras esto no debe ser motivo para andar aislados, sino que debemos buscar la comunión con aquellos que verdaderamente están comprometidos en estudiar, comprender, vivir y proclamar con fidelidad, y sin aditamentos, la Palabra de Dios.

[1] Downing, W. R. La Iglesia Neotestamentaria. Iglesia Bautista de la Gracia. (CD BIBLIOTECA PURITANA), Página 57.
[2] Nuevo diccionario bíblico Certeza. Página 618.
[3] Diccionario de Teología. E. F. Harrison. Desafío. Página 306.
[4] Hendriksen, William. Colosenses. Desafío. Página 92.
[5] MacArthur, John. Colosenses. Portavoz. Página 60.
[6] Henry, Matthew. Comentario de Colosenses. Clie. Página 1708.
[7] Kistemaker, Simon. Comentario a 1 Corintios. Desafío. Página 122.
[8] MacArthur, John. Comentario a Efesios. Portavoz. Página 112.
[9] Foulkes, citado por La Cueva en el comentario de Matthew Henry. Clie. Página 1678.
[10] Matthew, Henry. Comentario a 1 Pedro. Clie. Página 1847.
[11] MacDonald, William. Comentario a 1 Pedro. Clie. Página 1038.
[12] Henry, Matthew. Comentario a 1 Timoteo. Clie. Página 1749.
[13] MacDonald, William. Comentario a 1 Timoteo. Clie. Página 954.
[14] MacArthur, John. Primera a Timoteo. Portavoz. Pagina 152

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